Buscando la
Cara del Señor
Seminaristas, jóvenes y jóvenes adultos son una bendición para nuestra arquidiócesis
Últimamente he tenido la oportunidad de estar más en contacto con nuestros jóvenes y jóvenes adultos, y debo decir que estoy impresionado.
Cientos de nuestros jóvenes y jóvenes adultos hallaron la forma de llegar a Washington, D.C., para asistir a las Misas y oraciones, así como también para la Marcha por la Vida que conmemoró el aniversario de la decisión Roe v. Wade.
Estos jóvenes y jóvenes adultos provenían de nuestras parroquias, escuelas secundarias, institutos de educación superior y universidades de todo Indiana. Algunos jóvenes adultos tomaron días de vacaciones en sus trabajos para poder estar presentes.
Esta peregrinación anual supone grandes sacrificios. La mayoría de los jóvenes de secundaria, sus acompañantes laicos y algunos de nuestros sacerdotes jóvenes viajaron en autobús toda la noche para poder llegar. La mayoría durmió en el piso del gimnasio de la universidad Catholic University of America y en la noche, luego de la marcha, se subieron nuevamente a los autobuses para emprender el viaje de regreso a casa durante la noche. No fue fácil.
Resulta increíble ver cómo la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción se llena en la víspera de la marcha.
Además de los miles de jóvenes de secundaria y sus acompañantes, nuestros jóvenes y jóvenes adultos, habría aproximadamente 400 seminaristas, una cantidad semejante de sacerdotes, más de 40 obispos y seis cardenales.
La propia marcha puede ser todo un desafío porque miles de personas se agolpan en Constitution Avenue, intentando mantenerse unidas al grupo. La marcha demora por lo menos una hora en empezar. Lo sé porque estaba allí con nuestros jóvenes y jóvenes adultos.
No puedo describirles lo impresionantes que resultan los espíritus positivos, la paciencia y la sinceridad de nuestros compañeros católicos. Son formidables y representan una maravillosa señal de esperanza y aliento para nuestra Iglesia.
Además de las Misas y la marcha, pasé bastante tiempo con nuestros jóvenes adultos.
Si ha estado siguiendo la implementación de nuestro plan de liderazgo estratégico renovado, sabrá que el ministerio a los jóvenes adultos y en los campus universitarios es una de nuestras prioridades.
No me explayaré aquí, pero la respuesta de los jóvenes adultos ante nuestras iniciativas ha resultado gratificante. Nuestros esfuerzos valen la pena. Jóvenes adultos en diversas ocupaciones, así como también procedentes de institutos universitarios y universidades, han estado procurando oportunidades para vivir su fe católica, aprender más acerca de ella y hacerlo con compañeros que compartan su forma de pensar. Su energía y compromiso sólo puede servir para fortalecer nuestra Iglesia local en el centro y el sur de Indiana, tanto ahora como en el futuro.
A finales de enero pasé buena parte del fin de semana con nuestros seminaristas en el seminario universitario Bishop Simon Bruté College Seminary. Se me invitó a guiar un retiro para los seminaristas, quienes tienen esta oportunidad intermitentemente durante todo el año académico. Me parece haber contado 25 seminaristas y un par de invitados que eran seminaristas prospectivos para el otoño siguiente. ¡Eso sí que le levanta el espíritu a cualquiera!
La mayoría de los seminaristas son jóvenes adultos en edad universitaria. Se brindan a sí mismos la oportunidad de discernir si Dios los está llamando a ser sacerdotes o no. Son sinceros y están comprometidos con este objetivo, el cual persiguen con entusiasmo.
Además de mis reflexiones espirituales, a las cuales prestaron genuina atención, celebramos la Misa y la Liturgia de las Horas juntos. En la noche del primer día también hubo una hora de adoración y de bendición.
A la mañana siguiente, al concluir el retiro, hubo otra hora de adoración y bendición. Por lo general, esperaría que los alumnos en edad universitaria se mostraran inquietos e intranquilos durante la hora de adoración. No fue así con los seminaristas.
Pero no me malinterpreten: estos son jóvenes normales llenos de vida y de entusiasmo, y se divierten de lo lindo. Existe muchísima comicidad y camaradería entre ellos.
Después de la clausura del retiro nos fuimos a una pizzería a almorzar. ¡Tienen un apetito increíble! Durante el almuerzo me enteré de que, después de hacer los deberes, un grupo de ellos se iba a escalar rocas en algún lugar en el este. Una vez más, me sentí impresionado por la calidad de nuestros seminaristas universitarios y alentado ante la trascendencia para nuestra Iglesia local.
A principios de febrero visité el seminario de Saint Meinrad para la institución de lectores y acólitos, pasos que conducen a la ordenación. Si quiere levantarse el ánimo, pase por Saint Meinrad. Nuestra Iglesia local puede contar con sacerdotes de primera en el futuro.
Espero que puedan acompañarme en una oración entusiasta y agradecida por las maravillosas bendiciones que Dios está derramando sobre nuestra arquidiócesis. No debemos tomarnos a la ligera estas bendiciones, nuestros seminaristas, jóvenes y jóvenes adultos.
Y no olvidemos rezar por aquellos que sirven a estos muchachos de forma generosa y fiel. †