El rostro de la misericordia / Daniel Conway
La Santísima Virgen María nos ayuda a entrar por la puerta estrecha
“Pero lo que ha ocurrido en la Virgen Madre de manera única, también nos sucede a nosotros en el plano espiritual cuando acogemos la Palabra de Dios con corazón bueno y sincero y la ponemos en práctica. Es como si Dios adquiriera carne en nosotros. Él viene a habitar en nosotros, porque toma morada en aquellos que le aman y cumplen su Palabra. No es fácil entender esto, pero, sí, es fácil sentirlo en el corazón.” (Papa Francisco)
Desde el comienzo de su pontificado, el papa Francisco ha destacado la función de la Santísima Virgen María como “una puerta que sigue exactamente la forma de Jesús: la puerta del corazón de Dios, corazón exigente, pero abierto a todos nosotros.”
Como puerta, María no solo nos muestra el camino hacia su hijo Jesús, sino que también intercede por nosotros y nos facilita la tarea de buscar y encontrarlo.
Según el Santo Padre, María “lo acogió con todo su corazón y lo siguió todos los días de su vida, aun cuando no entendía, aun cuando una espada atravesaba su alma.”
En su papel de madre de Dios y nuestra madre, María nos acoge y nos protege. Ella nos defiende incluso, o especialmente, cuando hemos pecado y nos hemos extraviado del camino. “María es la madre—dice el papa Francisco—y la preocupación principal de una madre es la salud de sus hijos. … Nuestra Señora vela por nuestra salud … nos ayuda a crecer, a enfrentar la vida y a ser libres.”
María jamás le huyó al dolor y al sufrimiento, ni en su vida ni en la de su hijo. No fingía entender por qué Jesús tuvo que soportar burlas, torturas y una muerte atroz en una cruz, pero aceptó la voluntad de Dios e hizo todo lo que estuvo a su alcance para apoyar y consolar a Jesús mientras sufría y moría por nosotros.
María también sufrió, como solo una madre puede hacerlo, pero su sufrimiento fue una ofrenda para el bien de sus hijos. Se enfrentó a la vida en términos terrenales y al hacerlo, se liberó.
En una reflexión sobre el pasaje del Evangelio según san Lucas en el que preguntan a Jesús cuántos serán salvados (Lc 13:22-24), el papa Francisco señala que “el camino al cielo es difícil y la puerta para entrar es estrecha, pero María, la madre de Jesús, quien también pasó por esa puerta estrecha, ayudará a quienes invoquen su auxilio.” A eso se refiere el Santo Padre cuando dice que “María es la puerta del corazón de Jesús.” Ella nos muestra el camino y luego nos ayuda a entrar por la puerta estrecha.
En el Evangelio según san Mateo, Jesús dice: “Entren por la puerta estrecha. La puerta que conduce a la perdición es ancha, y el camino fácil, y muchos son los que pasan por ellos. En cambio, es estrecha la puerta y angosto el camino que llevan a la vida, y son pocos los que los encuentran” (Mt 7:13-14).
No existe una vía fácil para llegar al cielo, no hay un sendero amplio ni una puerta ancha. Demasiados obstáculos se interponen y la entrada es pequeña. “Esfuércense en entrar por la puerta estrecha—dice Jesús—porque les digo que muchos intentarán entrar, pero no podrán” (Lc 13:24).
Jesús deja claro que no es una cuestión de cifras. “No hay ‘número cerrado’ en el Paraíso. Se trata de atravesar desde ahora el pasaje correcto, que está ahí para todos, pero es estrecho,” nos advierte el papa Francisco. Por eso debemos acudir a María. Debemos seguir su ejemplo y pedirle que nos ayude por el camino.
Jesús nos invita a responsabilizarnos, a imitarlo y a despojarnos de las cargas materiales y espirituales que interfieren con nuestra capacidad para enfrentar la vida y ser libres.
Y tal como lo expresa el Papa: Jesús no engaña a nadie; no dice que el camino al cielo sea una autopista grande y hermosa con una puerta ancha al final, para despreocuparnos. “[Jesús] nos dice las cosas como son: el pasaje es estrecho.” Y muchos que buscan entrar en el reino del Señor descubren que no tienen la capacidad para lograrlo.
María, nuestra madre, está decidida a señalarnos el camino y a ayudarnos a llegar al cielo, si tan solo acudimos a ella y dejamos que nos ayude a “enfrentar la vida y ser libres.”
(Daniel Conway es integrante del comité editorial de The Criterion.) †