El rostro de la misericordia / Daniel Conway
Las palabras y gestos de Jesús brindan esperanza a todos
“Un Dios que se acerca por amor, camina con su pueblo. … Nunca hubiéramos podido imaginar que el mismo Señor se hiciera uno de nosotros y caminara con nosotros, estuviera presente con nosotros, presente en su Iglesia, presente en la Eucaristía, presente en su Palabra, presente en los pobres. Está presente, caminando con nosotros. Y esto es la cercanía: el pastor cerca de su rebaño, cerca de sus ovejas, a las que conoce, una por una.” (Papa Francisco, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, 7 de junio de 2013).
Antes de la oración del Ángelus el domingo 2 de agosto, el papa Francisco animó a los fieles a sacar fuerza de la Eucaristía y a mostrar compasión y ternura hacia los necesitados.
El papa a menudo habla de la Eucaristía como la fuente principal de nuestra eficacia como discípulos misioneros de Jesucristo. Lo que recibimos es nada menos que el Cuerpo y la Sangre de nuestro Salvador, cuya presencia real en la Sagrada Eucaristía nos da alimento y fuerza para la salvación de nuestras almas y para el servicio a nuestros hermanos y hermanas en Cristo.
Al reflexionar sobre la multiplicación de los panes y los peces en el Evangelio según san Mateo (Mt 14:13-21) durante su catequesis en el Ángelus dominical, el papa Francisco señaló que las multitudes seguían a Jesús, incluso a un lugar remoto en el desierto, porque “sus palabras y sus gestos restauran y brindan esperanza.”
Pero la conocida historia del milagro de los panes y los peces es más que un gesto. La gente tenía hambre y no se habrían conformado con acciones simbólicas o palabras rimbombantes. Jesús les da comida de verdad, y no les ofrece raciones escasas, sino que llena las cestas hasta que rebosan.
“Jesús quiere usar esta situación para educar a sus amigos, tanto de entonces como de ahora, sobre la lógica de Dios: la lógica de asumir la responsabilidad por los demás,” señaló el papa Francisco.
El papa añadió que Jesús no abandonó a sus discípulos cuando le dijeron que solamente había cinco panes y dos peces. Tomó el pan, lo partió y se lo dio a los discípulos para que lo distribuyeran. “Con este gesto, Jesús expresa su poder; no de manera espectacular sino como un signo de caridad, de la generosidad de Dios Padre hacia sus hijos cansados y necesitados.”
El papa Francisco nos recuerda frecuentemente que nuestro Dios está cerca de nosotros, en su Iglesia, en la Eucaristía, en su Palabra, y en los pobres y marginados.
Según el papa Francisco, Jesús está tan inmerso en la vida de la gente, tan cerca de nosotros, que entiende nuestras debilidades y nuestras preocupaciones. “Los alimenta con su palabra y les da abundante sustento.” Antes de ofrecerse al Padre como el pan de la salvación, el papa observa que “Jesús se asegura de que haya alimento para los que le siguen y que, para poder estar con él, se olvidaron de abastecerse.”
Esto demuestra que no hay oposición entre lo espiritual y lo material. La compasión y la ternura de Jesús por la multitud es “la manifestación concreta del amor que se preocupa por las necesidades de la gente.”
Los discípulos misioneros de Jesús siguen su ejemplo. Se acercan a la mesa de la Eucaristía imitando la actitud compasiva de Jesús. El discípulo misionero tiene ante todo un centro, un punto de referencia, que es la persona de Jesús (Papa Francisco, discurso del Ángelus, 25 de junio de 2017).
“La compasión no es un sentimiento puramente material,” dice el Santo Padre. “La verdadera compasión es sufrir con el otro, asumir el dolor de los demás.” Esta es la forma definitiva de cercanía, de compartir el dolor de los demás y de responder generosamente a sus necesidades.
El papa Francisco anima a todos a preguntarse si tenemos compasión cuando leemos las noticias sobre las guerras, el hambre o la pandemia. “¿Siento compasión por esas personas?” La compasión, explica, es “la confianza en el amor providente del Padre y significa compartir con valentía.”
Los temas de “cercanía,” “acompañamiento,” “sinodalidad” y “caminar junto a los demás” aparecen sistemáticamente en las charlas y los escritos del papa Francisco. El Santo Padre cree firmemente que Dios no está lejos de nosotros. Es misericordioso, no sentencioso, y aunque Dios nos responsabiliza de nuestras palabras y acciones, siempre nos muestra el camino hacia el arrepentimiento y los nuevos comienzos.
A nosotros, en cambio, se nos desafía a mostrar la misma misericordia, compasión y solidaridad con nuestros hermanos y hermanas que nuestro Padre amoroso nos muestra. Que la fuerza que recibimos de la Eucaristía nos ayude a “mostrar compasión y ternura” a todos.
(Daniel Conway es integrante del comité editorial de The Criterion.) †